APRENDO A TRAVÉS DE TI
Somos seres sociales. Desde que nacemos estamos preparados para conectarnos y crear relaciones con los demás. Observando los bebés, parece que tienen cierta cognición social básica y ciertas habilidades de desarrollo social. A través de sus miradas, de sus sonrisas y sus llantos, muestran una comprensión básica de la interacción social, decidiendo a qué quieren atender y gestionando de alguna forma su interacción emocional con los demás.
En comparación con otras partes de cuerpo, prestan mucha atención al rostro humano del que obtienen información importantísima para la comprensión del entorno socio-relacional. Observando la expresión del rostro de los demás consiguen una comprensión básica de su estado y de su apertura o cierre a la relación social.
La cara humana es clave para comprender el mundo social y desenvolver las primeras habilidades relacionales. Atender y comprender las señales que emite un rostro es esencial para el bebé, tanto para su correcto neurodesarrollo como para la construcción de su inteligencia emocional.
Durante mucho tiempo se pensó al bebé como ese ser pasivo que solo observa y aprende del entorno sin interactuar de forma intencional. Hoy, gracias al paradigma de la cara inexpresiva (Still-Face Paradigm – SFP, en inglés) sabemos que esto no es así; los bebés tienen la capacidad de planificar y llevar a cabo conductas simples para conseguir ciertos objetivos como, por ejemplo, involucrar a sus padres a interactuar con ellos.
El Dr. Edward Tronick diseñó en los años 70 un experimento en el cual usaba la inexpresión facial de la madre para provocar una reacción conductual pronunciada en el bebé, con el objetivo de probar que, a muy temprana edad, los bebes participan activamente en la interacción social.
En este experimento se observaba al bebé en tres situaciones de interacción con el adulto que se sucedían de forma consecutivas con breves descansos en los cuales se ocultaban del bebé a través de una cortina.
Primero se creaba una interacción de referencia para la comparación donde se pedía a las mamás que jugaran con sus bebés como lo hacían habitualmente.
Después del descanso se pedía a las mamás que mirasen a su bebé con cara neutra e indiferente durante unos minutos.
Tras el descanso las mamás debían regresar e interactuar otra vez de manera normal con el bebé.
¿Cómo reaccionó el bebé ante tales situaciones?
En la primera situación los bebés mostraban alegría e interactuaban con su mamá a través de pequeños sonidos, movimientos y sonrisas para responder a la conexión.
Cuando la mamá miraba sin expresión alguna, los bebés trataron de conseguir reciprocidad a través de miradas y sonrisas, pero ante la no respuesta se mostraron confundidos y exhibieron conductas de retirada dejando de sonreír y apartando la mirada.
En la última situación los bebés se mostraban expectantes y cautelosos a la interacción habitual de la madre.
Los bebés mostraron más emociones negativas que positivas tras la exposición a la segunda situación (ahora conocido como el efecto del rostro inmóvil). La cautela del bebé en la tercera situación, nos enseña desarrollan tempranamente expectativas claras sobre la interacción social con los demás.
Este experimento ha sido replicado muchas veces con variaciones. Uno de los más interesantes es el de Montirosso, Tronick, Morandi, Ciceri y Borgatti (2013), que demostró que a los 4 meses de edad los bebés ya memorizan eventos socialmente estresantes.
Este tipo de experimentos nos hace reflexionar sobre la importancia de cuidar la interacción con el bebé desde su más temprana edad y cómo la transferencia emocional entre el bebé y sus cuidadores tienen el potencial de fomentar el despliegue de su habilidad en el intercambio social futuro así como generar ciertos “traumas” que marcan la experiencia social del bebé.
También nos imbuye a concienciarnos en la importancia de apoyar a aquellas madres que sufren depresión posparto, con el objetivo de reducir el riesgo de pobre desarrollo social del infante. Lawler et al. (2018) hallaron que los síntomas depresivos de las madres tuvieron un efecto directo en los problemas emocionales y de comportamiento de los niños. A mayor severidad de la depresión, más síntomas presentaban los pequeños.
Igualmente nos puede ayudar a identificar y comprender mejor a aquellos niños que muestran déficits en la capacidad de afiliación social y la percepción de amenazas al no comprender bien los entresijos de la relación social, como sucede en los trastornos conductuales o los del espectro autista).
Lo más destacado es el soporte que toda esta investigación da al rostro humano para un sano y equilibrado desarrollo social. La cara importa y comprender cómo esta codifica la información nos ayuda, sin duda, a crear mejores relaciones y a comprender nuestro entorno mucho mejor.
Lynch, Bedford, Propper y Wagner (2021) observaron que, si a los 6 meses de edad el bebé no mostraba la típica reacción negativa al exponerlo al experimento, era mucho más probable presentar rasgos de frialdad afectiva o presentar trastornos como el negativista desafiante a los 3 años. Igualmente, la reducción del efecto de este paradigma se ha mostrado un predictor importante del diagnóstico de trastornos del espectro autista en niños (Qui et al., 2020).
Referencias científicas:
Lawler, J. M., Bocknek, E. L., McGinnis, E. W., Martinez-Torteya, C., Rosenblum, K. L., & Muzik, M. (2018). Maternal Postpartum Depression Increases Vulnerability for Toddler Behavior Problems through Infant Cortisol Reactivity. Infancy.doi:10.1111/infa.12271
Lynch, S. F., Bedford, R., Propper, C., & Wagner, N. J. (2021). Examining Links Between Infant Parasympathetic Regulation during the Still-Face Paradigm and Later Callous-Unemotional Traits. Research on Child and Adolescent Psychopathology.doi:10.1007/s10802-021-00860-7
Montirosso, R., Tronick, E., Morandi, F., Ciceri, F., & Borgatti, R. (2013). Four-Month-Old Infants’ Long-Term Memory for a Stressful Social Event. PLoS ONE, 8(12), e82277.doi:10.1371/journal.pone.00822
Qiu, N., Tang, C., Zhai, M., Huang, W., Weng, J., Li, C., … Ke, X. (2020). Application of the Still-Face Paradigm in Early Screening for High-Risk Autism Spectrum Disorder in Infants and Toddlers. Frontiers in Pediatrics, 8.doi:10.3389/fped.2020.00290